Durante la Primera Guerra Mundial, el comité Unión y Progreso, partido-estado al nacionalismo exclusivo que gobierna el Imperio otomano, llevó a cabo la destrucción sistemática de sus súbditos armenios y siríacos, rompiendo así con la tradición imperial multiétnica.
El contexto de guerra constituyó la condición necesaria, propicia a estas violencias masivas planificadas que se llevaron a cabo en dos etapas: matanzas de hombres adultos y de conscriptos de abril a octubre de 1915, luego deportación de mujeres y niños; Eliminación progresiva de los deportados en los campos de concentración establecidos en el desierto sirio y en Mesopotamia. Proscritos por la república kemalista, los supervivientes y sus descendientes forman hoy una diáspora mundial.
Con motivo del centésimo aniversario del genocidio armenio, el Memorial de la Shoah ha dedicado una exposición a estos acontecimientos que prefiguran los asesinatos en masa que se produjeron durante el siglo XX, destacando también la negación de la que sigue siendo objeto.